miércoles, febrero 16, 2011


Caminar por sus calles fue una experiencia sobre cogedora, era como estar un veintisiete de febrero a eso de las dos de la tarde de manera permanente. Un silencio triste recorría mi mente a cada paso que daba y una nube de ceniza me seguía como si fuese mi propia sombra. Era impresionante ver lo que allí había sucedido, casas a medio enterrar y una playa de alrededor de docientos metros que antes no existía, en su superficie solo había escombros y en su arena solo llantos.

Tres años han pasado y no vi ni un voluntario, tres años y aun no vuelve la luz, tres años y todavía piden que no les sigan robando. Esta es la cara mas triste de aquel agosto de dos mil ocho, esa parte que no muestran los noticieros en donde un pueblo entero quedo sumido en cenizas y lágrimas de fuego.


A cada paso que daba el cuerpo se me entumecía, solo con mi mochila recorrí lo que en algún momento fue un pueblo como cualquier otro. Supermercados, bares y casas todo intacto, vacio, como si las personas solamente hubieran desaparecido, alguien las escondió jugándoles una mala pasada.



Chaiten Vive!!!! eso salia escrito en sus muros silenciosos, y yo como un mochilero mas, también lo creo.